Fray Luis de Leòn, al regresar a su cátedra después de unos años de ausencia, se sentó en ella y empezó su lección con estas palabras: "Decíamos ayer..." Y continuó como si nada hubiera pasado.
No soy Fray Luis de León, pero me encuentro casi en su misma visión de la realidad de la vida, por eso también yo podría empezar este mail dirigido a uno de mis exalumnos - perdón, al Sr. Quera - con las mismas palabras. Aquellas palabras que hacen recordar un tiempo maravilloso en el que la vida, llena de futuro, está recibiendo las primeras semillas, que van a ser promesas de futuro.
Heme aquí. Convencido estoy de que no imaginabas que, después de tanto tiempo silencioso aquel Don Alfredo -hoy todo un Monsenor Prelado de Su Santidad- recuperara los recuerdos del pasado. Puedo decirte que "aquellos recuerdos" nunca los he recuperado porque os he tenido siempre presentes, uno a uno, en mi memoria..., pensando siempre y pidiendo a Dios que hiciera fructificar aquellas palabras y aquellos consejos que os fueron trasmitidos - a pesar de nuestros fallos - para vuestro crecimiento.
Cincuenta años, como se dice en italiano "un bel traguardo nella vita". Un día especial, que exteriormente se vive en familia, con los amigos, con las personas con las cuales uno se rodea en la vida, pero, sobre todo, un día especial en la intimidad de la persona: en tu intimidad. Este día marca un antes y un después. El "antes" ya recorrido, vivido, experimentado con todos los avatares vividos hasta este punto; son recuerdos celosamente guardados, son hojas de la propia historia que se releen de tanto en tanto para extraer la experiencia necesaria...
Y un "después". Tu visión de futuro, Marcos. La realidad de seguir caminando con la fuerza de dar, con la conciencia del hacer, con la voluntad de amar y de servir a tantas personas, que viven y conviven junto a ti. La vida nunca está perdida si se quiere caminar por ella. La vida es maravillosa si contemplamos las maravillas que lleva en sí.
Cincuenta años son una esperanza para seguir adelante con una madurez acrisolada por los años transcurridos. Adelante, con fuerza, con entusiasmo y, sobre todos, con alegría.
Querido Marcos, mi augurio es una pequeña gota en el inmenso mar de felicitaciones, que hoy te llegarán de las personas, que te quieren, te recuerdan y te admiran. No podía faltar la mía. Sólo una cosa, dicen que todos los caminos llevan a Roma... Te espero en la Ciudad Eterna, pero no tardes mucho, pues, como puedes suponer, hace un "poquitín" que yo he pasado la frontera del "medio siglo".
Con todo mi afecto y en el recuerdo de aquellos maravillosos anos: Muchas felicidades..., tanti auguri !!!
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